El embrión
José Pedro
Sergio Valdés Barón
Se miró en el espejo una vez más y lo
que vio le agradó, aunque su rostro no era muy agraciado era bastante atractivo
y como sin duda el costoso maquillaje de su amiga hacía milagros no fue
sorpresa que la convirtiera en toda una belleza, lo cual se complementaba con
su cuerpo bien formado por el ejercicio diario en el GYM, por lo que esperaba
tener bastante éxito entre los hombres en el antro Chic´s, donde iría a
divertirse con sus amigas de la universidad.
Por
fin las cuatro jóvenes estuvieron listas y en el auto de una de ellas se
dirigieron al Chic´s, donde esperaban pasar una alegre velada bailando y
bebiendo con algunos compañeros de la Facultad de Derecho. A Emily la
entusiasmaba el que iba poder estar cerca de Marco, a ella le atraía y él
parecía corresponderle. « ¿Quién sabe? —Pensó— tal vez hasta podría darse una
bonita relación entre ellos». No obstante ser apenas las diez de la noche, el
lugar se encontraba lleno de jóvenes como ellas en busca de diversión. En la
penumbra adornada con láseres multicolores, en medio de un ambiente denso de
humo y malos olores, resonaba la estridente música de moda que hacía bailar a
una multitud desenfrenada. Las cuatro jóvenes se acomodaron con dificultad a un
lado de la barra del local, y de inmediato se proveyeron de unas refrescantes
cervezas al mismo tiempo que sus ojos se esforzaban por encontrar a sus
compañeros de estudios.
Marco
López era un joven apuesto muy popular en la facultad, las jovencitas se le
insinuaban constantemente y tenía fama de ser mujeriego, sin embargo él sentía
una atracción especial por Emily de la Rosa, a pesar de que no era la más bella
de las mujeres con las que podía andar. Desde la mesa junto al barandal del
piso superior del antro, Marco pudo distinguir a las cuatro jóvenes cuando
ingresaron al lugar y se alegró al reconocer a la distancia y en medio del
hervidero de gente a la compañera que le interesaba. Bajando la escalera se
dirigió hacia las jóvenes, abriéndose paso entre el gentío bailando en la insuficiente
pista de baile, hasta que de pronto y al mismo tiempo se cruzaron las miradas
de Emily y Marco, quienes sin disimular el gusto que les daba verse se
abrazaron afectuosamente. Después de saludarse, Marco guío a las cuatro amigas
hasta la mesa en donde se encontraba el grupo de la Facultad de Derecho. Al
igual que varias parejas, Emily y Marco no perdieron tiempo ni se molestaron en
bajar a la pista de baile, poniéndose a bailar de inmediato entre las mesitas
del segundo nivel del antro. El tiempo transcurrió más rápido que un suspiro y
las amigas de Emily debieron decidir que era hora de regresar a la casa de una
de ellas, donde supuestamente pasarían una noche entre amigas, sin embargo
Emily se negó pretextando que Marco se había ofrecido a llevarla más tarde.
Puestas de acuerdo las amigas se despidieron dejando a Emily en el Chic´s con
Marco; sin embargo no pasó mucho tiempo para que Emily y Marco se despidieran
del grupo que todavía permanecía en el lugar, aunque al salir se toparon con un
chubasco que el ruido de la música dentro del local no les dejó escuchar. Sin
importarles mojarse, como niños muertos de la risa corrieron hasta el auto de
Marco, pero no pudieron evitar llegar totalmente empapados. Sin proponérselo
ambos se quitaron la ropa mojada, quedándose con el brasier y la minifalda
Emily y Marco con los pantalones,
El
aguacero parecía no menguar y era tan intenso que no se podía ver a más de
cinco metros de distancia, empañando rápidamente los vidrios del auto de Marco con
el calor interior producido por los cuerpos húmedos de los jóvenes semidesnudos.
Después de un momento, paulatinamente la risa por su jocosa situación fue disminuyendo
conforme sus miradas se entrelazaran en un deseo incontenible, al mismo tiempo
que sus rostros se acercaban permitiendo por vez primera tocarse sus labios con
ternura, haciendo inevitable que se encendiera la llama de la pasión. Marco fue
gentil al percatarse que ella era virgen y Emily se entregó a él sin condición,
fundiéndose ambos como un solo ser en un mundo que pareció detenerse.
Emily sentía que su
sueño se había hecho realidad convirtiéndose en la novia de Marco, haciendo que
de pronto su popularidad en la Facultad de Derecho se incrementara, sus amigas
la admiraran y algunas hasta la envidiaran, y los chicos no perdieran
oportunidad para insinuársele. Marco era muy dulce con ella y durante el sexo la
transportaba al éxtasis del amor. Por desgracia el paraíso de Emily no duró ni
una semana, Marco comenzó a eludirla, no respondía a sus llamadas y hasta la
dejó plantada en dos ocasiones. Como siempre sucede en estos casos, las
acomedidas amigas no tardaron en informar a Emily que habían visto a Marco con
otra mujer. A Emily se le vino el mundo encima y durante días se encerró en su
cuarto sin dejar de llorar; no podía creer que Marco le hiciera eso a ella después
de haberle jurado que era el amor de su vida. Para el colmo estaba angustiada
porque no le había bajado su regla y ella era muy puntual, solo le variaba por
dos o tres días máximo y ya llevaba semana y media sin bajarle el periodo.
Sintió morirse cuando la segunda prueba de embarazo salió positiva; ya no había
duda, estaba embarazada y Marco se había vuelto ojo de hormiga.
Decidida para encontrar
a su amado, se propuso buscarlo en todos los lugares que sabía que él
frecuentaba. El primer día no tuvo suerte, fue al segundo día que lo encontró
con la líder de las porristas del equipo de fútbol americano, amorosamente abrazados
en el asiento de una mesa de la cafetería cercana a la rectoría. Sintiendo que
el corazón se le paralizaba de dolor, se acercó a la acaramelada pareja
parándose frente a Marco y con voz entrecortada le espetó sin dejar lugar a
dudas:
— Necesitamos
hablar
— ¡Emily!
¿Qué haces aquí? —Marco se puso de pie sorprendido y sin saber qué hacer.
— Como
no respondes mis llamadas, vine a buscarte ¡Necesitamos hablar! —Ella le
repitió sin dejar de mirar sus ojos.
— ¡Claro!
te prometo que voy a verte a tu casa esta tarde —Marco intentó evadirla.
— ¡No!
Tiene que ser ahora o ¿prefieres que sea aquí mismo? —Emily habló con tal firmeza
que le dejó claro a Marco que no aceptaría un no por respuesta.
— Está
bien, permíteme un momento y ahora te sigo —Diciéndole algo a la bella joven
que veía la escena sin entender lo que pasaba, tomó del brazo a Emily y
salieron de la cafetería encaminándose al parque cercano sin decir una sola
palabra.
Sentándose en una banca, sin ningún
preámbulo Emily le entregó a Marco la segunda prueba de embarazo,
preguntándole:
— ¿Qué
vas hacer al respecto?
— ¿Qué
es esto, de qué me estás hablando? —Marco replicó completamente confundido y
empezando a temer lo peor.
— ¡Nada,
solo que vas a ser padre! —Ella le aclaró, con lágrimas en los ojos.
— ¡No
es posible!...—Después de un momento se atrevió a preguntar — ¿Cómo sé que es
mío? —Él intentó huir de su responsabilidad.
— ¡Eres
un imbécil! —Furiosa, Emily le dijo, al mismo tiempo que le volteó una
cachetada con toda la fuerza de que era capaz.
— Perdona,
pero es que no puedo creerlo, me tomaste por sorpresa —Él se disculpó
avergonzado — ¿Qué quieres hacer?
— ¡No
sé! Tú dímelo.
— ¡Entiende,
Emily!...No podemos casarnos ni rejuntarnos, no tenemos dinero y debo terminar
mi carrera —Marco se adelantó a lo que pensó que vendría.
— Entonces
¿Qué opciones nos quedan?
— ¡No
lo sé! Vivir en la casa de mis padres o de los tuyos con un niño en brazos no
creo que sea una buena idea, y uno de los dos tendría que dejar su carrera para
cuidar al niño y el otro también para poder trabajar y sobrevivir. No creo que
nuestros padres puedan o quieran ayudarnos mucho y nosotros habremos echado a
la mierda nuestras vidas.
Sin poder contener el llanto, Emily pudo
murmurar:
— ¡Dios
mío! ¿Qué vamos hacer?
— Me
temo que solo nos queda una opción….El aborto —Sugirió Marco, con
precaución.
— ¡Eso
es horrible!
— ¡Piénsalo
bien, Emily! Eso resolvería el problema y podríamos continuar con nuestras
vidas como siempre.
— ¿Cómo
siempre? ¿Matar a nuestro hijo no significaría nada? Y qué tal si yo muero en
el proceso de abortar. Para ti es algo muy fácil, no tienes que sufrir nada.
— Lo
sé, pero te juro que estaría contigo todo el tiempo apoyándote y te ayudaría lo
más que pudiera con el dinero —Se comprometió, Marco —Además tengo un amigo que
conoce a una partera muy buena y que no cobra mucho.
— ¡No
sé!....Voy a pensarlo y ya te avisaré lo que decida —Concluyó, Emily, poniéndose
de pie.
Antes de tomar una decisión, Emily quiso
hablar con su compañera de cuarto, Ana. Ella era mayor, tenía mucha experiencia
y parecía una mujer muy centrada y confiable. Esa misma noche coincidieron en
el departamento que compartían y Ana deseo saber qué había acordado Emily con
Marco, a lo cual ella le respondió:
— Quiere
que aborte…Está dispuesto ayudarme con dinero y a ponerme en las manos de una
partera.
— ¿Y
tú qué piensas? —Preguntó, Ana, mirando fijamente a su amiga.
— ¡No
lo sé! Voy a pensarlo —Emily respondió eludiendo los ojos de Ana.
— ¿En
serio, vas a pensarlo? —Dijo incrédula, Ana.
— ¡Claro!
Es una decisión importante que podría afectar toda mi vida.
— ¿Quieres
decir que estás considerando abortar?
— ¡Por
supuesto! Creo que de esa manera no se verían tan afectadas nuestras vidas. Es
solo que tengo miedo de hacerlo, sin duda podría ser muy peligroso y doloroso
—Fue la respuesta de Emily, eludiendo la mirada de su amiga.
— ¿Y
qué me dices de tu hijo que ya llevas en la panza? —Le inquirió Ana, un tanto
molesta.
— ¡Es
solo un embrión! —Se justificó Emily, evasiva.
— ¡Es
un nuevo ser con vida propia!
— No
es lo que asegura Anastasia, la líder feminista de la facultad de derecho, y
por ello está luchando para la legalización del aborto y la igualdad de género
—Argumentó, Emily.
— Para
comenzar la igualdad de género y la legalización del aborto son dos cosas
totalmente diferentes. Me parece que el exigir que las mujeres tengamos los
mismos derechos que el hombre en todos los ámbitos sin restricciones es, sin
duda, correcto y necesario. Sin embargo el pedir que el asesinato de una
inocente e indefensa vida sea legal es una aberración inhumana.
— No
estoy de acuerdo, el exigir que se respete el derecho que la mujer tiene sobre
su propio cuerpo me parece justo, en tanto la ley impuesta por hombres que
impide este derecho no debe existir en pleno siglo XXI, especialmente en los
países machistas.
— ¿Y
qué me dices del derecho que tiene tu hijo de nacer?
— ¡Te
repito, todavía ni siquiera es un feto! A estas alturas no tiene desarrollado
un sistema nervioso ni órganos definidos, es apenas un embrión —Argumentó,
Emily, intentando más de convénserse a sí misma que a Ana.
— Es
posible que así sea, pero la interrupción de un embarazo es mucho más
complicado que el simple proceso de abortar. Existen muchos factores que deben
de tomarse en cuenta, como: el religioso, social, económico, patológico y
físico, entre otros, y todos tienen detractores y promotores que argumentan
conceptos lógicos y validos; sin embargo, exceptuando algunas situaciones donde
la interrupción del embarazo es necesario y está plenamente justificado, como
en el caso de una violación, o en el de una malformación importante del feto
que ponga la vida de la madre en riesgo o su felicidad posterior, en la mayoría
de las situaciones el embarazo pudo ser evitado; por fortuna en la actualidad
existen muchos medios para evitar un embarazo no deseado o que pudiera atentar
contra la filosofía de cualesquiera de los factores señalados, tal y como es tu
caso. Tú, a pesar de no ser una persona ignorante, tuviste relaciones sexuales
por placer sin importarte las consecuencias, fuiste estúpidamente
irresponsable, descuidada y apática, y ahora estás pensando en abortar para no
afrontar tu responsabilidad y la de Marco, sin importarles lo más mínimo el derecho
a la vida que tiene su hijo que llevas en el vientre y que no fue su culpa el
haber sido procreado. En cuanto a Marco no es de extrañar, es un tipo
narcisista que aprovecha su físico para utilizar a las mujeres y después
votarlas cuando se aburre de ellas, como lo ha hecho contigo.
— Tienes
razón…pero ¿qué puedo hacer? un niño echaría al traste mi vida, todos mis planes,
todo lo que quiero hacer —Emily se lamentó casi en un susurro y a punto de
volver a llorar.
— Te
sientes así porque estás pensando negativamente, por el contrario si piensas
que tu hijo por nacer es el resultado del amor que sentiste por Marco, sin duda
lo amaras y será tu nueva razón para lograr todo lo que te haz propuesto; será
la motivación para alcanzar la huidiza felicidad, sin nada de qué arrepentirte,
ni la amargura de haber asesinado a tu propio hijo.
— Tal
vez sea así, pero no sé si pueda hacerlo —Emily no pudo ocultar sus dudas.
— No
te preocupes, sé que lo harás y cuenta con mi ayuda. Además estoy segura de que
tus padres te apoyarán, es posible que al principio estén molestos contigo,
pero no tardarán en volverse locos con tu hijo —Le aseguro su amiga Ana.
Finalmente, Emily no tuvo el valor de
enfrentar su responsabilidad y su culpa, y de manera egoísta decidió abortar
poniéndose en las manos de la partera con la ayuda de Marco; sin embargo como
siempre sucede cuando se toman malas decisiones, Emily estuvo a punto de morir
durante el proceso y tuvo que ser internada de emergencia en el hospital
Ángeles. Ahora Emily ya puede disfrutar del sexo sin ningún riesgo de quedar
nuevamente embarazada, para salvar su vida los médicos debieron extirparle la
matriz, y aunque quisiera jamás podrá concebir un hijo propio, ni nunca sabrá lo que
es la bendición de ser madre.
Fin